Soy afortunado.
Desde el momento en que nací lo soy, porque ya con haber nacido con todos mis
órganos y sin ningún tipo de enfermedad, condición o anomalía me considero una
persona con una oportunidad que ya bastantes de entrada no tienen. Sin embargo,
los seres humanos no solemos pensar de esa manera, no sólo acerca de eso en
particular si no acerca de prácticamente todo. Las cosas que estamos
acostumbrados a tener las damos por sentado, como han estado ahí todo el tiempo
no las valoramos en su justa medida y lo asumimos como algo “normal”, cuando en
realidad nada de lo que tenemos tiene por qué estar donde está ni estar
exactamente como lo queremos o nos sea cómodo.
¿No es paradójico que muchas de las personas
que son más nobles y tienen una mejor actitud ante la vida son las que están
menos favorecidas? Siempre me he preguntado el porqué de esto, la respuesta que
más me ha convencido es el simple hecho de que las cosas más simples, para ellos,
son más que un trámite, en algunos es un anhelo, un deseo, un milagro, algo que
querrán toda la vida y tal vez jamás puedan obtener. ¿No suena familiar esto?
Todos tenemos ese tipo de deseos, de anhelos, de cosas que creemos imposibles;
sólo que para los más afortunados son cosas sustancialmente diferentes, a
interpretación de cada quien dejo cuáles son esas cosas.
Enuncio todo la anterior porque pensando de
esa manera es como he logrado tener una actitud positiva y triunfadora ante la
vida. Si bien mencioné que soy un afortunado, eso no quiere decir que no haya
tenido nunca problemas. De hecho, nadie puede no tenerlos, porque tener
problemas es lo que le da sentido a la vida en general. Cada ser humano en este
mundo tiene problemas que evalúa y le da importancia según su condición, su
forma de ver el mundo y muchos otros factores que afectan a cada ser de distintas
maneras. Creo que ser feliz y tener problemas no son cosas excluyentes y yo soy
feliz teniendo la clase de problemas que tengo.
No es poco el número de personas que he
escuchado decir que eso de ser feliz es una mentira, que en la vida también se
sufre, se llora y no se puede andar sonriendo todo el tiempo. Claro que en la
vida se sufre, se llora y no se puede andar de buen humor todo el tiempo. Eso
no tiene que significar que no eres feliz, ya que yo creo que ser feliz es una
forma de vida, no un estado de ánimo. Nosotros no podemos elegir qué nos pasa,
sólo podemos escoger cómo reaccionar ante ello. Hay miles de personas que han
tenido experiencias que le destruirían la vida a cualquiera que han hecho cosas
maravillosas después gracias a eso. Está en nosotros ser felices, sólo en
nosotros y nada de lo que nos pase debería sugestionar esa afirmación. Yo soy
feliz riendo, llorando, sufriendo… por el simple hecho de que hago todo eso
porque estoy vivo y puedo experimentar la vida a plenitud gracias a lo
afortunado que soy.
Sin duda alguna creo que la vida es muy
injusta, que muchos viven cosas que no tienen que vivir, que los humanos la
hemos hecho difícil cuando podría ser mucho más simple… pero, aún así, la vida
es bella, como la película. Porque sí, a pesar de que la vida es más de cal que
de arena. Todos vivimos por los momentos de arena, así duren menos o sean más
escasos que los de cal. Vivimos siempre con la esperanza que de lo malo salga
algo bueno, y eso es lo que nos hace seguir adelante. Es lo que me ha hecho a
mí seguir adelante cuando ya sentía que no podía más, cuando sufrí tanto que
lloraba hasta dormir. Es esa esperanza y esas ganas de superarse a uno mismo y
ver las malas situaciones como oportunidades para ser mejor y más fuerte lo que
me ha hecho decir hoy: soy feliz. Cumplí mi sueño, todo lo malo que viví y
todos los problemas que tuve me hicieron llegar a donde siempre quise. A pesar
de que durante casi 18 años de mi vida ésta me dio prácticamente cal, yo luché
por mi arena aunque fuese más corta la sensación que todo lo que sufrí.
Yo me considero un triunfador, porque me
gané a mi mismo, a la sociedad que me juzgó, a los que querían verme abajo, le
gané a las injusticias de la vida ya que las vi como oportunidades. Puedo verme
al espejo y decirme que estoy orgulloso de lo que veo, que ya alcancé lo que
tenía que alcanzar. Logré el propósito de mi vida, lo más importante que, para
mí, no es nada más simple que ser feliz. Todo lo que consiga, todos los días
que vivo, para mí son un regalo. Ahora todas mis ambiciones, aspiraciones y
todo lo que la sociedad quiere imponer para decirte que eres “exitoso”, para mí
son cosas que quiero lograr, pero que no van a afectar nada la forma en como yo
me veo o vivo la vida.
¿Por qué escribo esto? Porque creo que el
mundo sería mucho mejor si, simplemente, las personas fueran realmente felices,
simplemente con eso ya el mundo mejoraría porque el que es feliz, quiere que
los demás lo sean y no le importa dar a otros para que puedan tener la
oportunidad de hacerlo.
Algo bonito de la vida es que cada día es
una oportunidad nueva para intentar ser lo que queremos ser. Sí, se falla, y
mucho, se sufre en el camino… Pero eso sólo tal vez significa que, quizás,
estás más cerca. Lo que vale la pena nunca es fácil, y la vida nos pondrá
siempre pruebas para ver si realmente estamos dispuestos a luchar, sacrificar y
sufrir por lo que realmente queremos. El que está dispuesto a ir a por su
felicidad y sus sueños tiene que estar consciente de que tendrá que
sacrificarse mucho para llegar allí, al menos casi siempre es así. Eso mismo es
lo que hace que esa montaña de arena del final sea muchísimo más dulce que
todas las dunas de cal que se pasan en el viaje.
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